Barcelona, 1943 — 2013
Barcelona, 1943 — 2013
Publicado en la revista UNICUM, núm. 12 de 2013
Josep Mª Xarrié Rovira (1943-2013) ha sido el puente generacional en Cataluña entre los primeros restauradores de oficio especializados como tales y los actuales conservadores-restauradores con una formación reglada, así como el artífice de los fundamentos de la restauración en Cataluña. Xarrié, un nombre que vincula patrimonio y Cataluña, obra de arte y restauración.
Nacido en Barcelona en el seno de una familia de restauradores, su infancia transcurrió entre un piso de la Gran Via, que al mismo tiempo era vivienda familiar y taller de restauración, y la casa solariega de Can Vergés de Premià de Dalt. Su padre Domènec Xarrié i Mirambell (1909-1984), había iniciado en Premià el oficio familiar de carpintero de mano del abuelo Josep Xarrié i Moragas (1880-1962), y como él había aprendido a dibujar yendo a Lonja en Barcelona, tal y como pedía el oficio entonces. El azar hizo que en 1929 Joaquim Folch i Torres, que tenía casa en Premià junto a la de los Xarrié, encargara al hábil y espabilado Domènec la restauración de la colección de instrumentos de su esposa Orsina, un trabajo que la realizaría en el taller del Museo de Bellas Artes del parque de la Ciutadella. Cuando Manuel Grau Mas (1892-1974), técnico conservador de la junta de museos, regresa de su pensionado al taller de restauración de Mauro Pellicioli en Milán, de aprender el “bello y difícil arte de la restauración”, se le encarga la creación de un taller de restauración de obras de arte asociado al Museu de la Ciutadella. Allí encuentra a Domènec Xarrié, que viendo su buen oficio lo coge como colaborador para el primer taller de restauración del Museo Nacional de Arte de Cataluña. Así, Domènec Xarrié inicia su labor como restaurador de pintura con la maestría de Grau, que en 1934 continúa en el nuevo museo del Palacio Nacional.
Las consecuencias de la guerra civil provocó el traslado de las obras de arte del Museo de Arte de Cataluña a Olot, y durante tres años (1936-1939) Manuel Grau y Domènec Xarrié, conjuntamente con otros técnicos y el propio Folch y Torres se ocuparon de la salvaguarda del patrimonio artístico catalán que allí se había destinado. Durante su estancia en Olot en Domènec Xarrié conoció a la que sería su esposa Dolors Rovira i Vilar, hija de un comerciante, cuyo negocio se ubicaba al lado mismo de la iglesia de Sant Esteve donde se albergaba l inmenso almacén de obras artísticas salvaguardadas por la Generalitat. Casualidades de la vida hicieron que los Rovira originarios de Arenys, que una generación anterior habían ido a Olot, arraigaran de nuevo en el Maresme, ahora en Premià.
La posguerra devolvió a Domènec Xarrié y Manel Grau al Palacio Nacional de Barcelona para continuar su labor, al equipo de los cuales se reincorporó un joven Joaquim Pradell (1921-2009), que ya había empezado a col ·laborar antes del traslado a Olot.
Del matrimonio Xarrié-Rovira salieron dos hijos: Jaume (1940), reputado anticuario de Barcelona, y Josep Mª, nacido tres años más tarde. Desde pequeños, Josep Mª y su hermano Jaume ayudaban a su padre en el taller de restauración de la Gran Via, donde se trataban algunas de las obras de arte más importantes de Cataluña.
En 1960, un jovencísimo Xarrié de 17 años entra a formar parte, como ayudante a tiempo parcial, del equipo de restauradores del Museo de Arte de Catalunya en el Palau Nacional. En esta línea, y siguiendo la estirpe paterna, realizó estudios en Lonja para preparar su ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes Sant Jordi (la actual facultad de Bellas Artes) para formarse oficialmente como restaurador. Así pues, y alternativamente al trabajo en el Palau Nacional, cursó los estudios de Bellas Artes (1963-1967) donde recibió la última maestría de Manel Grau, ya jubilado del Museo de Arte.
En 1967, finalizados los estudios, se incorpora oficialmente al Museo Nacional como técnico funcionario de los museos municipales de Art de Barcelona, donde siguió aprendiendo el oficio de los grandes maestros restauradores. Allí estuvo trabajando hasta 1974, junto con su padre Domènec y otros restauradores como Joaquim Pradell, Lluís Iglesias, Francesc Vallès y Marisa Sainz de la Maza.
En 1969, después de su ida al servicio militar, Francisco Ribera, decano de la Escuela Superior de Bellas Artes Sant Jordi, le ofrece la plaza de profesor encargado de la cátedra de restauración, vacante desde la jubilación de Manel Grau en 1965. Así inicia su bagaje académico dentro del departamento de conservación y restauración de bienes culturales de la futura facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, en la que será una etapa fundamental en su vida y en la formación de restauradores en Cataluña. Instaura el primer plan de estudios, con 24 temas desarrollados en tres años después de cursar los cursos comunes de bellas artes, donde al final del cual el alumno obtendría el diploma específico de Restauración de Pintura. Esta etapa docente, paralelamente a su trabajo de técnico funcionario de los museos municipales de arte de Barcelona, la realizó hasta el año 1986, cuando lleva ya cinco años al frente del Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña.
En 1973, pocos años después de casarse con Carme Poveda (mujer vital e inteligente, compañera imprescindible en el camino a seguir), amplía sus estudios de restauración en el ICCROM en Roma. Allí conoce a restauradores de prestigio, como Mora y Philippot, y lo pone en contacto con las instituciones internacionales relacionadas con el mundo de la conservación del patrimonio, en un momento en que el país apenas empezaba a abrirse en Europa y en el mundo. Estos contactos, y el hecho de ser el máximo especialista en Cataluña en materia de conservación y restauración, le supone el inicio de su bagaje internacional, donde a partir de 1978 es consultor de la UNESCO para los países de América del Sur ( Brasil, México, Costa Rica, República Dominicana y Guatemala). La particular tendencia hacia la formación, la permanente obsesión en la conservación del patrimonio, y la necesidad de vincular los organismos internacionales a Cataluña, le implica en el comité organizador a nivel español de los Congresos de Conservación y Restauración de Bienes Culturales promovidos por el ICOM, desde el primero organizado en Sevilla en 1976 hasta el de Valencia de 2008, siempre como responsable de grupo de pintura mural.
A nivel particular en 1973 fundó Ideart S.A., conjuntamente con Eduard Porta y Lluís Monreal, una de las primeras empresas especializadas en estudios histórico-artísticos, de análisis científicos y de restauración para las obras de arte. Tuvo una vida corta pero intensa, en una inhabitual línea pluridisciplinar que empezaba a marcar y establecer los parámetros de la conservación y estudio del patrimonio. Con Carme tuvo dos hijos, Mireia y Roger, que han mamado la conservación-restauración desde su infancia y, como no, han seguido con acierto la manada del linaje familiar.
Por otra parte, y en la vertiente profesional que más le satisfacía, estuvo al inicio del asociacionismo profesional en reconocimiento del estatus del restaurador y de los técnicos vinculados al patrimonio. A raíz del Congreso de Cultura Catalana del año 1977, frecuentan las reuniones entre técnicos vinculados a Museos, archivos y bibliotecas, y ese mismo año se hace la primera asamblea de Museos de Cataluña donde impulsa, conjuntamente con Pradell y Porta, el primer Grupo de Trabajo de Conservación y Restauración, lo que acontecerá más tarde el Grup Tècnic, la asociación de conservadores-restauradores de Cataluña. A la asociación estará vinculado hasta 1996, año en que, por discrepancias con la junta, se fomenta la creación de una nueva asociación: ARCC 2000.
A nivel de Cataluña, y siguiendo con la línea de formación de restauradores especializados, entre 1978 y 1981 impulsó la creación del “Curso de especialización en el estudio y la conservación de pintura mural”, junto con Pradell, Porta y Rosa Mª Montserrat, bajo los auspicios de la “Escuela Internacional de Pintura Mural Contemporánea Miquel Farré”, creada en 1959. Las aulas del monasterio de Sant Cugat que ocupaba esta escuela de verano acabaría cediendo el lugar y el espacio físico al futuro Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña en diciembre de 1981.
Su bagaje dentro de la conservación en Cataluña, y su vinculación con las corrientes catalanistas en la época de la transición, hace que la nueva Generalitat piense con él cuando se decide en el Departamento de Cultura crear un Centro de Restauración que se ocupe de la conservación del patrimonio artístico catalán. Así, en diciembre de 1981, en Sant Cugat del Vallès, se inicia el camino del Centro de Conservación y Restauración (CCR), el actual CRBMC, inicialmente como Sección del Servicio de Museos de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura. En 1986, y de la mano de Max Cahner, el Centro pasa a ser un Servicio propio, y Xarrié se convierte en el jefe del Servicio, momento que se desvincula definitivamente de la Universidad de Barcelona por incompatibilidad de cargos.
Durante 27 años, de 1981 a 2008 (año de su jubilación), ya través del Centro de Restauración (el primer Centro creado como tal en el Estado Español) conduce la conservación y la restauración del patrimonio artístico de Cataluña, y en hace una profesión reconocida y valorada por todas partes, en parte por la conciencia de territorialidad y en parte por la facilidad de hacer llegar a los especialistas en conservación y restauración hasta el último rincón de Cataluña. Desde su filosofía, el Centro se convierte en el punto de referencia (y casi un paso obligado) del mundo profesional, e interviene en cualquier lugar donde es necesario conservar el más pequeño objeto, un objeto que puede ser insignificante para la historia pero mucho importante para el pueblo que le acoge. Con el Centro de Restauración también organiza congresos y exposiciones, como los Catalunya Restaura, un espejo de la realidad catalana, y difunde la conservación-restauración a través de las publicaciones como las Memorias de actividades y la revista Rescat. De todo lo que había vivido como puente generacional, del conocimiento histórico y profesional acumulado, queda escrita (por suerte) su memoria en el libro “Restauración de obras de arte en Cataluña” (publicaciones de la abadía de Montserrat, 2002), hasta la fecha el único libro que habla de la historia de la restauración en Cataluña.
Pero definitivamente, nos queda el recuerdo entrañable y vital del hombre que tanto amó el patrimonio y Cataluña. Como él mismo decía, y parafraseando el final de su libro, “nuestro pasado nunca debe olvidarse si no queremos ser esclavos de nuestro futuro”.
Pere Rovira Pons
Conservador-restaurador
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